Ayer, hizo justo 6 meses que llegaste a nuestras vidas. Media vuelta al sol es mucho para alguien tan pequeño como tú y a mi se me ha pasado volando. Aún te miro y me sorprendo de lo rápido de creces, de cómo vas evolucionando.

No puedo dejar de maravillarme con cada avance tuyo, con cada gesto, con cada mirada. Aunque ya haya experimentado la maternidad previamente, contigo es diferente, porque tú eres único y yo no soy la misma. Dentro de una semana hará un año que me confirmaron que estaba embarazada de ti y mi mundo se puso patas arriba. Cuánto nos has enseñado en tan poco tiempo...

En estos 6 meses, ha habido días largos, cortos, intensos, ligeros...como en la vida misma. No te mentiré, sabes de sobra que ha habido momentos en los que no te he podido atender como te merecías y como me gustaría, pero eso ya lo sabías cuando me elegiste como madre. Aún así, intento cada día organizarme mejor, anticiparme,  para poder conseguirlo.


He podido acompañarte en estos días sin separarme apenas de ti, observando como ibas abriendo los ojos poco a poco, cada día un ratito más, como te interesabas por los ruidos que había en casa, como nos tocabas para reconocernos, como ibas comiendo de mi pecho con una habilidad digna de admirar, como me mirabas a los ojos y me sonreías, como te girabas a un lado y a otro, como te volteabas, como intentas reptar hacia atrás, como sonríes cuando ves a tu hermano o a tu padre, como miras con cara de interés a Berto, cómo quieres tocar con tus pies y tus manos la arena, el césped, como reconoces con tu boca todo lo que cae en tus manos...


Sólo puedo darte las gracias por cada segundo a tu lado, por cada instante único, por cada aprendizaje y, sin duda, por enseñarnos a sonreír como nunca pensé que lo haría. Tu sonrisa infinita nos contagia y los alegra hasta el día más gris.