Mi cuerpo tras mi maternidad

By Ángela - julio 19, 2017

Ahora que llega el verano y el calor, nos vamos quitando ropa y toca enseñar nuestro cuerpo. Reconozco que siempre me ha dado pereza ir quitándome ropa, siempre me he visto muy blanca y no me gustan mis pies (sino me pinto las uñas no los enseño).

Cuando me paro a pensarlo, me doy cuenta de que son todo cosas superfluas, carentes de importancia y, en gran medida, imposiciones del patriarcado hacia la mujer. Tenemos que depilarnos, estar morenas, no tener barriga, ni celulitis, el pecho en su sitio...y así podría estar hasta mañana. Las campañas publicitarias hacen mucho daño en este sentido.

Desde que fui madre por primer vez, he ido sintiéndome mejor con mi propio cuerpo aunque parezca paradójico. He sido consciente de que lo realmente importa es que nuestro cuerpo esté sano y funcione bien. Y así es en mi caso. 

Mi cuerpo ha sido capaz de crear vida dos veces, de nutrir a estos dos bebés de forma adecuada, de ensanchar mis caderas para hacerles hueco, de preparar mis pechos y llenarlos de leche dulce y tibia, de acompañarles y traerles hasta este mundo. 





Y sí, sigo teniendo pelos por todo el cuerpo, alguna que otra cana, mi barriga ya no es plana y tengo muchas más arrugas de tanto reírme. Pero ahora también tengo más seguridad en mi misma y todas estas cosas me dan igual. No quiero maltratarlo con tratamientos para evitar el bello natural, no quiero someterme a dietas ni ejercicios extremos para tener un "vientre liso", y no voy a utilizar baba de caracol para disimular las marcas de expresión. Porque cuerpo sólo tenemos uno y deberíamos cuidarlo y mimarlo.


Ahora salgo a la calle despeinada, sin maquillar casi siempre, mostrándome tal y como soy. No intento disimular unas ojeras merecedoras del titulo de mamá panda, ni unos pelillos a la mar que en otro momento me habrían hecho salir corriendo a quitármelos. 

Todo esto ha sido fruto de un proceso de madurez personal. Me ha ayudado leer mucho sobre las exigencias del patriarcado hacia las mujeres, de compartir con otras mujeres estas cadenas invisibles, valorar a las personas por lo que realmente son, no por lo que aparentan físicamente, ser más crítica con la publicidad y medios de comunicación y conectar más con mi parte de mamífera. Pero sin duda, ha sido también gracias a mi maternidad y a la perfección de la naturaleza.

También he entendido que el habitar un cuerpo sano es un regalo de la vida y que deberíamos ser más conscientes y colaborar, en la medida de nuestras posibilidades, con aquellas personas que necesitan ayuda y, a veces, simplemente seguir viviendo. Podemos donar pelo para personas a las que se les cae tras un tratamiento agresivo (como quimioterapia), leche para bebés prematuros, sangre y plaquetas, médula, órganos...hay un sinfín de posibilidades. Porque al final se trata de devolver a la vida aquello que nos han regalado.

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1 comentarios

  1. Ángela , que bellas palabras y que razón tienes. Sabes que es lo que siento cuando te leo? Tranquilidad, bienestar...un besazo preciosa. Por cierto ,soy Mercedes��

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