Ahora que ya hemos empezado Septiembre, creo que es el momento de decir adiós al verano.
Ha sido sin duda uno de los mejores veranos que hemos vivido y de los más duros a partes iguales. Ha habido muchas primeras veces, ha sido el primer verano con dos niños en casa y de vacaciones, el primer verano en una casa con piscina y el primer verano sin Berto desde hace 8 años.
Para nuestra familia el verano siempre es época de cambios. En junio supe que estaba embarazada de Unay, en Julio de Gael y en agosto de unos cuantos años antes cogimos a Berto y nos fuimos a vivir juntos.
Este año hemos disfrutado de unos días de vacaciones en el País Vasco, el cual nos encantó. Dormimos por primera vez los 4 en tienda de campaña, compartimos unas vacaciones con Raquel y su familia y visitamos sitios increíbles.
Como todas las vacaciones con niños, fueron "cansadas", es decir, que con todo lo que hay que preparar, los horarios del revés y con pocas horas de sueño en el cuerpo, llegamos a casa más cansados de lo que nos fuimos pero con los ojos bien abiertos por las maravillas que habíamos visto y con el corazón lleno de recuerdos.
Después de estas vacaciones, estuvimos en casa disfrutando de la piscina, de la visita de familia... ¡realmente parecía que seguíamos de vacaciones!
Planeamos un fin de semana largo en un sitio precioso, Peralejo de las Truchas (Guadalajara) con Sandra,Víctor y familia. El entorno era increíble, estábamos en un camping a las orillas de un río rodeado de montañas. Nada más llegar, Gael tuvo una reacción alérgica y nos tuvimos que ir al médico, a 14 km. escasos pero por una carretera de alta montaña que hizo que Unay echase una vomitona increíble. Al llegar al pueblo no estaba el médico (paradojas de la vida estaba en el pueblo del que veníamos) pero la reacción se le había pasado ya. Buscamos una tienda para comprar algo para limpiar la silla del coche. A pesar de estos incidentes, teníamos muchas ganas de disfrutar estos días.
Estuvimos haciendo excursiones, recorriendo paisajes preciosos, bañándonos en el río... y el domingo, antes de volver a casa paramos en un pueblo de camino, lo visitamos y comimos allí. El viaje de vuelta empezó algo ajetreado y terminó convirtiéndose en nuestra peor pesadilla, pues Berto, nuestro hijoperro, se murió en el trayecto. Fue un viaje verdaderamente angustioso, uno de los momentos límites que más he experimentado y que contaré en otro momento. La pena nos invadió y nuestra vida se paró durante un día entero. Aún no me creo que Berto no vaya a volver más.
Después de esto no nos apetecía ir a la playa tal y como teníamos previsto, pero pensamos que unos días fuera de casa nos ayudaría a ir encajando lo de nuestro hijoperro. Y nos fuimos a Playa Honda (Murcia), muy cerquita de la Manga del Mar Menor. Allí pasamos unos días geniales, disfrutando del mar y, especialmente, de buena compañía. Por allí tenemos a varios amigos que aprovechamos para visitar cuando vamos.
Finalmente, estuvimos en el pueblo de mi madre viendo a la familia. Toda esta compañía nos ayudó a coger fuerzas para la vuelta y para sobrellevar la pérdida de nuestro hijoperro.
Agosto lo hemos pasado en Madrid, disfrutando de sus calles casi desiertas y de su ritmo inusualmente tranquilo. Pero también, hemos sufrido esta adaptación a nuestra vida sin Berto. Hemos sido conscientes de que teníamos muchas rutinas asociadas a él.
Ha sido un verano genial por una parte porque hemos podido pasar mucho tiempo en familia, rodeados de gente que nos quiere y visitando sitios preciosos, pero la pérdida de Berto emborronó estos recuerdos agradables.
Ahora empieza septiembre y es hora de ir diciendo adiós al verano, de ir preparándonos para la llegada del otoño. Siempre me ha dado pena que se acabase el verano, pero cada vez más me gusta el otoño. Este año necesito decir adiós al verano, cerrar esta etapa y mirar a la que está por llegar.
