Las segundas partes nunca fueron fáciles

By Ángela - noviembre 01, 2017

Lo sé, la frase original es "las segundas partes nunca fueron buenas" pero en la maternidad, la llegada de un nuevo bebé sí que es una noticia maravillosa aunque no siempre resulta tan fácil como parece.

En este caso os vengo a hablar de nuestra segunda lactancia, pero para ello, necesito resumir brevemente la primera. 

Con Unay el agarre no fue totalmente espontáneo, ya que algo de ayuda sí que le proporcioné. Se agarró al pecho con mucha energía y ahí experimenté mi primera grieta, pero gracias a la ayuda de las enfermeras del hospital, conseguimos que el agarre fuese óptimo y no hubiese más grietas. A los 9 de lactancia tuve una pequeña obstrucción, pero como había leído bastante al respecto, bastó con ofrecerle mucho más el pecho y se solucionó. El destete fue natural, es decir, fue Unay el que decidió dejar de mamar, en parte debido a mi segundo embarazo. En resumen, una lactancia fácil. Pero ya me advirtieron en el curso de asesora de lactancia que no siempre todas las lactancias son así, y yo ingenua de mi, pensaba que a mi no me iba a pasar porque ya había tenido una estupenda, por lo que la segunda también lo sería.


Cuando nació Gael el agarre sí que fue espontáneo, esperamos el tiempo que él necesitó. Y aunque yo estaba algo expectante, pues conforme nació y lloró pude verle un frenillo de los "de libro" (lo tenía bastante reciente del curso de asesora de lactancia), el agarre fue muy bueno, aunque notaba que no tenía mucha "fuerza". En las siguientes horas tuve que enfrentarme a un bebé que no se despertaba para comer, que podía estar 3 horas tranquilamente sin pedir nada, y yo, me veía quitándole ropa, hablándole, ofreciéndole el pecho...y nada. Menos mal que para eso estaba su hermano mayor, para despertarle ;)

La primera semana tuvimos que esforzarnos ambos para conseguir un buen acople, porque él se cansaba enseguida, apenas tenía fuerza y el frenillo le dificultaba un poco y yo no conseguía encontrar una postura que le favoreciese y estuviésemos cómodos los dos. Por las noches me tenía que semi incorporar en cada toma, pues no podíamos hacerlo tumbados. 



Una vez superado todo esto, parecía que ya lo teníamos conseguido, pero tuve una matistis, al parecer conocida como "la mastitis del segundo" (al parecer es muy típica en mujeres que acaban de tener a su segundo bebé y no descansan todo lo que deben por seguir el ritmo del otro hijo y por no sacar todo aquello que emocionalmente sienten por no poder atender en exclusiva a ninguno de los dos hijos).  Gracias a los consejos de mis matronas (las chicas de Ancara Perinatal), a los cuidados de mi chico y a la succión de Gael, en un par de días estaba recuperada y volvía a disfrutar de amamantar a mi hijo.


Cuando empezábamos a creer que ya habíamos superado lo más difícil, Gael empezó con intolerancias a ciertos alimentos que le pasaban a través de la leche. Así que hasta que dimos con el diagnóstico, vivimos un mar de dudas y fuimos al pediatra en varias ocasiones. Por suerte, nuestra pediatra estaba muy bien informada en el tema y me recomendó una dieta exenta de aquellos alimentos que le causaban intolerancia a mi hijo, haciendo hincapié en la importancia en estos casos más aún, de mantener la lactancia materna exclusiva. Pero este tema da para otro post, pues hay bastante desconocimiento respecto a intolerancias en bebés amamantados con lactancia materna.

Ahora, después de casi 10 meses sí que puedo afirmar que disfrutamos y mucho de esta lactancia y que precisamente porque el camino no ha sido fácil, la estoy saboreando y exprimiendo cada segundo.

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