Desde que me quedé embarazada tuvimos claro que queríamos que el número de juguetes que tuviesen nuestros hijos no fuese excesivo, que también habría materiales desestructurados (conchas, piedras, palos, rodajas de madera...) y que, en la medida de lo posible, queríamos que los regalos fuesen hechos a mano.

Cuando planteábamos a nuestro entorno que preferíamos juguetes hechos a mano, algo casero, nos miraban extrañados. Y la pregunta era casi siempre la misma: "¿pero porqué? hay juguetes preciosos en las tiendas y muy bien de precio".

Las razones por las que nosotros consideramos que un juguete hecho a mano tiene más valor que uno comprado son varias:

- Es un regalo único. Por mucho que hagas más, ninguno es exactamente igual a otro.
- Lo puedes personalizar. Al hacer un juguete a mano, puedes adaptarlo más a los gustos y necesidades de lxs niñxs a quien se lo vas a regalar.
- No es perfecto. Porque nadie ni nada lo es, y es importante que lo aprendamos desde la infancia y demos valor a aquello que nos diferencia de lxs demás.
- Estamos regalando nuestro bien más preciado: nuestro tiempo.
- Nos hace superarnos, poner toda nuestra dedicación y esfuerzo. En nuestro caso, también refuerza el trabajo en equipo.
- Está hecho con amor, con mucho amor.

 Y todo esto se nota cuando se lo entregas a la otra persona, en nuestro caso, a nuestros hijos. 

En casa hemos preparado ya varias cosas hechas a mano, desde un rodari, un libro de fieltro con fotos o una cocinita de madera. Es cierto que mi chico es bastante habilidoso con la madera y herramientas, pero lo más importante es que tiene muchas ganas y motivación para hacer todo aquello que se nos ocurre.